jueves, 23 de abril de 2009

...Epitafio de una lagrima prestada...

Y camine sin querer alejarme,
y grité sin apenas escucharme,
y amé sin poder morir,
y eso fue lo que me mató.
¡Cuán triste es no morir cuando a uno
le arrebatan la vida!
No morir cuando el dolor ya no duele,
porque en realidad estás muerto….,
¡Dios mío, devuélveme la vida, aunque
sólo sea para acabar con ella y librarme
de una vez de esta ingrata muerte!
Muerte cobarde,
muerte estéril,
muerte que no me mata,
ni me deja vivir…
Muerte que me atrapa en una tumba de días,
de gente, de vida, de mi propia vida,
aquélla que creí poseer un día y sólo es
una extraña más en este eterno lugar,
repleto de absurdo.
Absurdo que me viste dejándome más
desnuda que nunca,
pálida, impávida,
tratando de retener mi piel para no quedarme
a solas,
sin huellas de caricias que recuerden lo que fui.
¡Oh muerte maldita! ¿Por qué me dejas aquí?
Sufriendo sin poder llorar,
herida sin poder sangrar,
¡Desangrarme, morir es lo que anhelo!
Pero más bien parece que no merezca
tu piedad
pues me condenas a vivir eternamente
en esta tumba de piel,
externo panteón hecho de suspiros ingratos,
de atardeceres detenidos en miradas caducas,
de labios que perfilan besos congelados,
de ojos que esconden jeroglíficos de sueños….
Complejidad de mi naturaleza muerta…
Surcos de mujer desdibujados por las
frías manos de la muerte,
muerte mediocre
muerte inacabada con dedos torpes,
verdugos inexpertos que vuelcan su ingenuidad
sobre mis párpados de hielo;
fina escarcha de las horas vacías
que envuelven mi rostro de una palidez
cérea, gélida.
Estanque de almas congeladas
que esconden mis lágrimas perdidas.
¡Extraño cadáver soy,
envuelto en esta muerte sin llanto!

...By...el ángel de la media noche...

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